
NIEBLA
Sala de ancianas del hospital de la orden de San Francisco. camas a ambos lados: Y en cada cama una anciana. En un extremo un Altar con la Virgen de Fátima y al otro un pequeño Nacimiento. Algunas sillas entre las camas. Una monja muy joven arregla el Altar. Entra una señora con una niña en brazos y se dirige a la monja que se vuelve para atenderla.
María Eugenia.—
Perdón. ¿Puedo pasar? ¿Me permite Sor Pura?
Sor Pura.—
Pase, pase, Hola nenita.
María Eugenia.—
¿Un poco pronto Sor? Tengo prisa por llegar. ¿Está tan sola!
Sor Pura.—
No está tan sola. Dios la acompaña. Y ella lo sabe. A pesar de la niebla de su mente… no está sola y ella lo sabe, porque reza mucho. Vamos esa niña al suelo y tú siéntate un rato mientras la campana da el toque de visita.
María Eugenia baja a la niña que entra corriendo en la sala y se mete entre las camas. Todas la dicen algo.
Una .—
¿Un caramelo?
Otra.—
¿Quieres una estampita?
Otra.-
¡Corre corre, que te pillo!
María Eugenia.—
¿Cómo está mi tía Sor Pura?
Sor Pura.—
Normal después de lo que la dio. Mucho desvarío pero la naturaleza se defiende. Va comiendo, puede volver la hemorragia del cerebro. Esto casi siempre repite y ya no hay nada que hacer.
María Eugenia.—
¿Y la cabeza sor, ¿la sigue doliendo?
Sor Pura.—
Sueña mucho, dormida y despierta.-Pero a veces sabe muy bien lo que quiere. Y sabe que está enferma pero no, donde se encuentra. A veces tiene largas conversaciones consigo misma. Razona muy bien. Sin duda ha sido una mujer inteligente. Luego se pierde, se va…
María Eugenia.—
¿Pero sufre mucho?
Sor Pura.—
No… Nada de eso. Sufre cuando sueña en pasado y se atormenta. Si pudiéramos librarla de sus visiones… Ahora la damos sedantes, porque hija… no dejaba vivir, ni dormir, ni rezar, Pero es muy divertida, refranera ocurrente, sentenciosa. De todas formas si sigue delirando tal vez la lleven a un Psiquiátrico.
María Eugenia.—
¡No por Dios, que espanto!
Sor Pura..
Llévesela usted.
María Eugenia.—
Tengo cuatro hijos, la niña pequeña y además marido. No puedo imponerle a una tía enferma. Es muy triste, muy duro, ya lo sé, pero…
Sor Pura.-
Tiene dinero ¿No es así?
María Eugenia.—
Lo tenia Sor, pero sabrá Dios.
Sor Pura.—
Dicen que con dinero todo se arregla.
María Eugenia.—
No lo crea Sor Pura. A los ancianos… Ni con dinero ni sin él. Bueno con dinero peor. Mejor lo dejamos, ya la contaré. (Se oyen campanillas) En otra ocasión.
Sor Pura.—
Puede usted pasar..
María Eugenia se sitúa en el pasillo central a los pies de la tía. Sonríe y saluda a todas. La tía Yulia sonríe contenta. Se siente acompañada y protegida.
María Eugenia.—
¿Que tal tía? (La besa) ¿Que tal todas? ¿Como se encuentran? ¿Bien? Y mi tía duerme sufre, molesta, me llama, ¿Que dice?
Una.-
Yo la tengo especial predilección.
Otra.-
Aquí la queremos todas.
Otra.—
¡Nos cuenta cada historia!
Otra.—
Tiene un sentido cómico de la vida. Se ríe hasta de su sombra.
Sor Pura.—
Es asombrosa, como que cuesta trabajo creer que sufre.
María Eugenia.—
Es de familia Sor. Mi padre, su hermano, se estaba muriendo y aún nos hacia reír Contaba tantas cosas… Mis tíos, todos han reído y hecho (…)
María Eugenia.—
Hola tía, ¿como estás, que tal te encuentras? ¡Que postura tan difícil! Voy a ponerte cómoda.
María Eugenia coloca a su tia la arregla la cama. La besa la frente
¿Estás ahora mejor?
Tía Yulia.—
¡Muy bien, muy bien, así los veo mejor!
María Eugenia.—
¿A quien? ¿Que es lo que ves mejor?
Tía Yulia.—
Los pajaritos. Aquí hay muchos ¿Tú no los ves? Yo vivo entre pájaros y palomas. Me acompañan, me quieren, son muy bonitos. Se posan en mi hombro, en mi cabeza, ahora están contigo. ¡Que lindos María Eugenia!-
María Eugenia.—
Tía por Dios, no digas tonterías me haces sufrir.
Tía Yulia.—
Se dejan acariciar. Verás este… ¡Vaya, se me escapó!
María Eugenia.—
No hay pájaros ni palomas. Y no pienso seguirte la corriente. Hablemos en serio. Tengo que consultarte, así que quiero verte razonable.
Tía Yulia.—
Consultarme ¿Pero no sabes que estoy loca? Pregunta a la monja y ya verás lo que te dice. ¡Si hasta me tienen que atar! Y yo me dejo porque como estoy loca…
María Eugenia.—
Tía, tía. Pero que pena. ¡No me digas tonterías!
Tía Yulia.—
Tonterías, bobadas, sandeces, para eso solo quedamos. ¡Pero mira no debo estar tan loca, porque lo noto! Sé que digo lo que quiero y lo que no quiero, pero de una manera confusa, con las ideas entrecruzadas, ideas que vienen y van, tristes alegres, mentiras verdades, y además tengo un cuento… (Se ríe) Oye, en mi cabeza hay un extraño y menudo ser que juega con mis sentimientos y mis pensamientos. Y cuando él está conmigo… Ya no soy yo.
María Eugenia.—
Veamos tía ¿Quien soy yo?
Tía Yulia.—
¿Pues quien vas a ser? Ella, la de siempre, mi niña.
María Eugenia.—
¿Y me ves bien? ¿Tal como soy?
Tía Yulia.—
Con otra cara, con careta. Aquí todas llevan careta. ¡Ah! Pero la voz, tu voz, esa si que es la de siempre. Tan alegre, tan sincera, tan….
María Eugenia.-
Bien me conoces, eso me tranquiliza. Vamos a charlar.
(…)
María Eugenia.—
Es para que no te caigas tía..
Tía Yulia.—
Me pegan mucho, y todo porque me duele la cabeza.
María Eugenia.—
Pero hoy no te duele la cabeza ¿Verdad?
Tía Yulia.—
Oye ¿Sabes que me suben a dormir al palomar?. No me importa ¿Sabes? Allí duermo sobre la paja y no mancho colchones a nadie. ¡Estaría bueno! Manchar yo. Ya sabes lo limpia que soy. No. Sola no, estoy con mis palomas, rodeada de palomas, y las canto eso de “Las palomitas vuelan, vuelan al palomar, también las almas que aman vuelan A vuestro Altar.
María Eugenia.—
¡Tiíta por Dios, me dan ganas de llorar!
Tía Yulia.—
No sufras tonta, por mi no sufras. Si ya no me caigo, y si me cayera, Dios me despenaría para siempre.
María Eugenia.—
Pero tú que piensas, dime que piensas cuando estás tranquila y no te duele la cabeza.
La niña corre mucho entra las camas.
Tía Yulia.—
¡Te advierto que no tengo nada que hacer! ¿Tanto trabajar toda la vida para ganar dinero y hacer tres pesetas… Para luego acabar así. Pero bueno… Mira, canto canciones de Iglesia vivo en mi vergel, riego mis flores y doy de comer a mis palomas. (Canta) Mira que linda que está la palomita en su nido, moviendo el pico y las alas.. .Como si hablará conmigo.. Bueno y coso, también coso, pero es para la Beneficencia. ¡Que bien!
María Eugenia.-
Hablemos en serio. Vamos a ver quien eres tú.
Tía Yulia.—
Pues Yulia. Yulita, que curiosa es esta ¿Que se traerá entre manos! Yo soy una enferma de este lugar. Y estoy enferma de la cabeza esta de chorlito.
María Eugenia.—
No estás tan enferma. Me tomas el pelo.
Tía Yulia.—
Estoy mal, veo visiones dormida y despierta y tengo pesadillas pero siempre de miedo. Tú si que ties careta… y la de allí enfrente y la de mi lado, sois actrices y payasos, digo no, payasas… (Ríe)
María Eugenia.-
No son caretas ni payasas, son seres vivos, enfermos como tú, y lo que te pasa a ti es que has perdido vista y no te han mandado las gafas.
Tía Yulia.—
Es posible que no vea bien. Me tendrás que traer las gafas. Claro que… Para las novelas, las novenas que voy a leer…
María Eugenia.—
Me gustaría saber , si tú sabes de donde estás enferma. Ayer fue a verme tú médico. Está intranquilo por ti. Te estima mucho.
Tía Yulia.—
Ese si que es un buen médico. Pero me he quedado sin él. Me han arrebatado de mi casa, me han hecho un paquete y aquí me han metido. Menos mal a que… Bueno para lo que me queda..!
María Eugenia.—
Lo que importa es que no sufras. ¿Tú que sientes?
Tía Yulia.—
Veo visiones o son… Esas de enfrente mascaritas de carnaval/ Vivo extraños sucesos,, vivo la muerte.— ¿No ves como me miran esas?
María Eugenia.—
Que no tía, no son caretas ni mascaras, son enfermitas, como tú. Te miran porque las diviertes, no tienen otra cosa que hacer más que escucharte. Lo que me asombra es que no te aplaudan. Bueno, vamos a ver como estás de memoria. ¿Te acuerdas de mis hijos? ¿Como se llaman?
Tía Yulia.—
El mayor tiene unos ojos resplandecientes… Y se llama… El mediano es el que sigue la línea de los Arturos familiares. Cuídamelo: es muy sensible. El pequeño ese gracioso y valiente chavalejo… Y luego está la nena. La que llegó oportunamente para impedir que te dedicaras a mí en el momento en que yo más te necesitaba… Había que cuidarla, atenderla. Ella tiene la culpa.
María Eugenia coge la niña que pasa corriendo y se la sube a la cama.
María Eugenia.—
Ni culpa ni causa. ¡Mira lo preciosa que es! Y que no se parece a nadie. ¿Te fijas lo personalísima que es?
La niña la acaricia y la dice cariñitos.
Nena.—
¿Bechitos? ¿Ya estás buena? ¿Me quieres? Yo a ti si… ¿Te doy melos?
Tía Yulia.—
¿Pero ya tengo una niña que me quiera y que me cuide? Es blanca y pura, un encantín, un angelito. Retírala hija no la contagie.
María Eugenia.-
Y a cambiarte de postura de nuevo.
La niña corre nuevamente entre las camas y María Eugenia arregla la cama.
Tía Yulia.—
Oye ¿Sabes que comida me dan? Deditos fritos de niños asesinados.
María Eugenia.—
¡Dios santo, que horror! No sabes lo que te dices. Tienes que ser sensata. Hablemos en serio tía.
Tía Yulia.—
Todos todos se me han muerto entre los brazos. Pero vuelven por las noches cuando todas esas duermen. Y me hablan.. .Se me ha muerto mi marido,pero ese iba para santo y tiene su lugar en el cielo. Luego se murió la tía, mi hermana, de un horrible cáncer. También ha muerto tú padre bueno y su mujer, y el tío Juan y el tío Adolfo. Todos se me han muerto, así que ahora me toca a mi. Y allí están entre los cipreses y las tumbas, en nuestra tierra de piedras y arcos… Vete a verlos. De vez en cuando es bueno volver allí.
María Eugenia.—
Mira tía vamos a dejar las cosas feas tristes, desagradables. Para siempre vamos a volver tan sólo a lo mejor de la vida y en ese punto nos vamos a quedar.
Tía Yulia.—
Volver es recordar, Los recuerdos son espectros tenebrosos.
María Eugenia.—
Bueno… Es que tu no sabes soñar en pasado.
Tía Yulia.—
Soñar en pasado es lo que me aterra.
María Eugenia.—
Soñar en pasado no es lo que imaginas. Soñar en lo que fue vida de la ilusión y el sentimiento. Ir a la fuente emocional. Al amor…
La anciana tiene un movimiento como de curiosidad, como si se tratara de jugar.
Tía Yulia.—
No me líes que tú eres una complicada. No te entenderé…
Maria Eugenia.-
No se trata de entenderme a mí sino de encontrarte a ti.
Tía Yulia.—
Yo no soy yo. La vida me ha vencido, Como voy a encontrarme si no me conozco.
María Eugenia.—
No se perdió puesto que se vivió. Se ganó, se ganó. Vamos a ella, veámonos, vamos a buscarla para volverla a vivir las dos juntas.
Todas las enfermas se colocan cómodas
María Eugenia.—
Hablemos en serio tía. y no me digas tonterías por favor. tus vecinitas creen que andas mal de la cabeza.
Tía Yulia.—
¿Tu crees de verdad que se equivocan?
María Eugenia.-
Tu no te vuelves tonta de la noche a la mañana. Ponte seria.
Tía Yulia.—
Cono si la vida a mi me hubiera tomado en serio. La vida es una MALA BROMA MACABRA: Ya ves, todos los míos se me han ido muriendo, muriendo que se dice pronto… Entre los brazos. ¿Como para tomarlo a broma?:¿Ves? Ya lo tomo en serio, Y me llaman desde allí.
María Eugenia.-
Y te cuentan como les va.
Tía Yulia.—
Ya ves.- Se murió también mi marido, que iba para Santo al cielo, Y no se si habrá llegado todavía.
María Eugenia.
Pues vaya viajecito largo.
Tía Yulia.—
Tú padre, los hermanos. Todos se fueron ya. ¡Ahora me toca a mi! Allí me esperan. En el cementerio de los altos cipreses. Si no me doliera tanto la cabeza rezaría por ellos. Pero yo deliro mucho ¿No te lo han dicho?
María Eugenia.-
Mira tía, no adelantamos nada con pensar ene cosas tristes. ¿Por qué no volvemos solo a lo mejor de la vida?
Tía Yulia.—
Volver es recordar. ¿Y para qué? Los recuerdos son pasajes amargos. Con ellos nos han engañado siguen y siguen…
María Eugenia.-
Pero sueña retrospectivamente. Vuelve solo a los mas gratos: ¿No sabes soñar el pasado?
Tía Yulia.—
El sueño me aterra. Tanto en pasado como en futuro. Y yo no me conozco.
María Eugenia.-
Volver a beber de la fuente emocional… Volver si, pero solo A LO QUE FUE MEJOR.
Tía Yulia.—
Ahora que la vida me ha vencido. Ahora que todo lo he perdido, cualquiera vuelve un capitulo.
María Eugenia.-
La vida no se gana ni se pierde. Se vive nada mas. ¿Vamos a buscarla de nuevo en la parte mejor del recuerdo? Anda vente conmigo, Viviremos tan solo lo que de verdad merecía la pena.
Las enfermas se ponen cómodas y atienden.
María Eugenia.-
Primero empecemos hablando por hablar sin querer decir nada. Que es todo un arte.
Tía Yulia.—
Nunca he sabido como se llega al arte.
María Eugenia.-
Es un hallazgo, un encuentro. un giro, una pincelada, una palabra, a veces no se encuentra nunca. Y de pronto la vida te lo otorga, te lo regala. No sabes como te llegó, pero lo tienes.
Fin
