
UNO DE FANTASMAS
Escrito por María Elena Neira
Edición de autor.
Humor.
El guardia de la urbanización repasa Villa Regina. Lleva un trapo de limpiar el polvo en el hombro. Junto a el una escoba, un cubo, una aspiradora etc. Pepe, que así se llama el guardia lee un periódico y con ojos de asombro da un grito.
Pepe.—
¡Atiza!¡Y la buena de Doña Reginita en Babia!. ¡La… La cosa es gorda! . Le… Leamos otra vez… .Aquí está la bomba H. “ Loco escapado del manicomio” ¡Atención! Dice ser y llamarse Doctor Restituto Poyatos. Asegura poseer documentación que lo acredita. El Doctor Poyatos fue enterrado hace dos años en el cementerio del Buen Pastor de Poderosa villa y ciudad de Cuenca. Se trata de un loco pacífico. Se advierte a quien conozca a la familia del difunto, que se ignora donde se encuentra en el momento presente, tenga la amabilidad de ponerla en guardia en evitación de un susto. ¡Y yo… Que hago con Doña Regina aquí! Tendré que decírselo… No se como. ¡Vaya papeleta! ¡Que cosas tan raras pasan!. ¡Bah… esto es una tontería! ¡Seguro que no tenían nada que poner aquí estos letristas…!
Doña Regina.— (Saliendo)
¡Déjalo ya Pepe, mañana sigues! Recoge tus bártulos.
Pepe.—
¿No me necesita de verdad señora?
D Regina.-
Puedes ir tranquilamente a dormir a tu casa
Pepe.—
¡Y no…! ¿no le da miedo quedarse sola?
Doña Regina.—
En absoluto. La soledad me hace feliz. He venido a buscar eso, soledad. Además aquí entre estas paredes se que vuelvo a encontrarme con él, con todos sus recuerdos. Aquí no estoy sola. Es decir, vivo una soledad acompañada, repleta. Estoy con él, en él. Revivo nuestros mejores momentos.
Mientras habla repasa con sus ojos, muebles, paredes, cuadros y objetos. Luego intenta coger el periódico.
Pepe.—
¡Si… Si la señora quiere yo… se lo subiré mañana. La Policarpa tiene curiosidad por continuar el capítulo de la novela.
Doña Regina.- (Hojeándolo)
¿Con que esas tenemos?
Pepe.- (Adueñándose rápido de el)
¡Como que no duerme! Vamos, que pago yo las consecuencias. Mañana se lo subo
Doña Regina.—(Despreciativa)
No me importan las noticias. Desde que falta él… Lo que pase o no pase en este mundo me da igual.
Pepe.—
¡Vaya, no hablemos de él señora!
Doña Regina.-
¿Por qué? Tu le querías. Era tan bueno.
Pepe. —
¡Es que para mí hablar de muertos es hablar de fantasmitas! ¿Por qué no han venido sus hijos?
Doña Regina.-
¡Pobres muertos! ¿De manera que tu crees fantasmas? Bien muertos están los muertos!
Pepe.—
Bueno mi miedo es… Es muy complicado. Mi miedo ¿sabe usted? Parte de la leyenda, las tradiciones, los cuentos esos… Exagerados y morbosos, las apariciones de las noches de ánimas entre las gentes campesinas…
Doña Regina.—
Pero eso son cuentos hombre.
Pepe.-
¡Claro! ¡Algo tiene que haber de verdad en cada cuento! Hasta las más grandes mentiras, parten de alguna gran verdad. Ninguna idea nace porque sí, si algo… Verídico no lo inspira…
Doña Regina.-
¿Y a que viene todo esto?
Pepe.—
¡Todo.. .todo tiene su origen!
Doña Regina.—
Bueno. Yo estoy lejos. Jamás tuve miedo de fantasmas ni aparecidos.
Pepe.—
Bueno pero… (Se rasca la cabeza) de los vivos sí lo tendrá. Vivos que hasta se hacen los muertos de… Pero por peligrosos que son.
Doña Regina.-
¡.A mí, ni los vivos ni los muertos!
Pepe.—
¿Ni en negra noche de tormenta?
Doña Regina.—
¡Que es lo que te pasa hombre! ¿Me quieres asustar? ¡Se diría que no vives en el campo!
Pepe.—
En el campo se piensa mucho y se teme mucho. En la capital se mueve uno tanto que no se piensa en nada y por tanto no se teme nada. Llegan los sucesos y ni se les buscan causas. Todo problema vuela, desaparece y se esfuma.
Doña Regina.—
¿Lees tanto como tu mujer?
Pepe.—
Menos, pero mejor. Y sin su permiso señora. ¡Toda la biblioteca de su difunto me la estoy tragando!.
D Regina.—
¡De acuerdo! ¿Y siendo un culto crees en fantasmas?
Pepe.-
¡Propiamente… Lo que se dice… No! ¡Creo en difuntos reaparecidos! En espíritus de muerto metidos en espíritus de vivos muy vivos, en locos cuerdos, en cuerdos locos, en ladrones y malhechores…
Doña Regina.—
¡Jesús que hombre! (Ríe) Ya se ve que te sobra tiempo para complicaciones. Anda… Anda y vete a dormir. Y sube de vez en cuanto si te aburres. Los libros, ahora con permiso, están a tu disposición.
Pepe.—
Muy agradecido. Pues… Lo dicho. ¡Que pase la noche en paz! ¡Si me necesita de pronto, deje encendida la luz de dormitorio y entonces… Subo volando. Y si…. ¿Y si le mando la Gertrudinas por aquello de que tenga compañía? No da guerra, pero si quiere un recadillo o… Alguna otra cosa…
Doña Regina.—
Disculpa amigo. He venido buscando soledad. Me la mandas mañana y comemos juntas. ¿Está muy alta?
Pepe.—
Está bien… Pues solita la dejo y con pena. Y con susto. Bueno… A dos pasos estamos. Usted grite o… Toque el cuerno que la regalé el día de marras. ¿Lo hará?
Doña Regina.—
Adiós buen hombre, adiós… Adiós.. . (Sale) ¡Al fin! (Mira una fotografía) ¡Sola contigo! ¡Con tus recuerdos!. Tenia un verdadera afán Te necesito. Traerte de nuevo a mí. Volver a ti.. Estar juntos. ¡Cariño, me siento culpable! ¡Es la vida con sus brumas lo que nos aleja y separa! ¡Son nubes que se instalan en la frente cansada y no se evaporen! ¡Es eso de tener la evidencia de que ya, nunca más…!
(Baja la fotografía)
…¡Eras más joven entonces! ¡En mis recuerdos no eres el que llegaste a ser! ¡Eres aquel de tu mejor juventud! ¡Estos tus hijos! ¡Este ¡Tú! (Yendo hacia la biblioteca) Después tus libros, tus trabajos, tus investigaciones, tus operaciones de gran cirujano, tu reuniones, tu personalidad, tu gran nombre… Todo cuanto se impuso sobre el amor, sobre nuestra felicidad, sobre nuestras intimidades.
…Eras grande. Habías triunfado en tu carrera. Tenías una gran misión, un importante quehacer en el mundo. y naturalmente a esto tuvimos que supeditar lo que parecía un gran amor y… Tantas cosas más.
En fin. Todo pasó. Todo dejó de ser antes de morir en mis deseos y sentimientos. La vida marchó contigo, te llevó por delante… Hacia tanto que me encontraba sola… ¡Aquellas ternuras, aquellas caricias, aquellos be-os…! ¡Aún los puedo contar con los dedos de la mano! ¡Se dice, toda una vida y la vida es un soplo y más cuando uno de los dos se entrega a una tarea mil veces m fuerte que un gran amor… Por grande que sea… ¿Que es, que supone un gran amor, ante la magna obra de ciencia de un investigador y un renovador? ¡Eras tan inteligente! Rápidamente pasó un momento y yo, me encontré de pronto casada para siempre cor el gran Doctor!
…El gran Doctor cumplió estrictamente sus deberes de esposo y de padre. Decía trabajar también para nosotros. No nos faltó nunca nada de nada. Nada de cuanto pueda aportar un buen marido. Si acaso… El marido. ¡No…No… ¡Ni la noche de estreno, ni el chalet de la montaña ni las fincas en las costas, ni el servicio ni los vehículos particulares y a capricho… Ni el beso de las buenas noches en la frente, pero… Nada más. ¡Tan solo!
(Suspira. Cambia de lugar. Abre una carpeta)
…Pero aquel hombre, el mío, se marchó mucho antes de la muerte. Se fue demasiado pronto. El amor… Mi amor. Y yo me quedé cual una solitaria en compañía…
(Por entre la ventana entreabierta, se cuela un hombre joven, abre los brazos tras ella sin estrecharla y habla)
Loco.—
¡Pero aquel, el tuyo, vuelve. Tenia que volver a ti porque el amor de su alma y de su cuerpo, no se había gastado. Y solo muere lo que se acaba, Aquel, el tuyo, tenía que volver a ti. Tenía que acudir a la llamada de tu corazón y aquí me tienes. Aquí lo tienes con el amor.
Doña Regina.— (Se sobrecoge, se queda como agarrotada. No atreve a volverse. Grita:)
¡Fantasmas…!
( Él la abraza y la pone frente a frente) (Ella está aterrada)
Loco.—
¿Que fantasmas? Si soy yo, mi vida. Tu marido en cuerpo y alma.
Doña Regina.—
Resucitado… no… Sí… No, claro
Loco.—
¡Tu amor! ¿No me has llamado? ¡Heme aquí!
Doña Regina.— ((Reacciona)
¡Canalla! ¡Ladrón! ¿Quién diablos es usted?
Loco.—
Yo. Tu esposo. El padre de tus hijos. Nadie más ni menos.
Doña Regina.—
No diga absurdos. ¡Yo no estoy para bromas de mal gusto! ¡Mi marido murió y está enterrado en… En…
Loco.—
Mira guapa, déjate de darme pormenores que no has presenciado. Tu marido soy yo y estoy bien vivo por supuesto.
Doña Regina.-
¡Mi marido era mayor! ¡Era… Todo un señor! ¡Usted es un crío, un ladrón, un vulgar malhechor que ha entrado por una ventana!
Loco.—
¡Como iba a entrar por la puerta si Pepe, ha cerrado con llave y se la ha metido en el bolsillo! Y chica.. .Lleva palo y pistola. ¡Cualquiera se la quita!
Doña Regina.—
¡Voy a encender la luz del dormitorio!
Loco.—
No amorcito. Nada de eso. Escúchame y mírame bien primero. No pienses en cementerios, clínicas, autopsias… Solo lo que tus ojos sean capaces de ver. Ya se que no puedo recordarte al hombre casi viejo que fue tu compañero en sus últimos momentos. O… Al menos tu lo viste así… No profundicemos. Tu toma esa foto en tus manos y mírame bien. ¡Soy yo o no! ¡Fíjate bien! (Se la pone en la mano) ¡Clavaditos! Así que por las buenas yo soy él, el mismo.
D Regina.-
¡Esta usted mal de la cabeza! ¡Le advierto por si viene a robar que aquí no hay ni cinco. Ni dinero ni joyas ni nada que tenga el menor valor.
Loco.—
¡Si… Sí… Que sabrás tu..! ¡Pero no se trata de eso, yo vengo por ti, por mi mujercita del alma!
Doña Regina.—
Esto es absurdo. Lárguese por donde entró o… Grito. Hago una señal y.. .Al momento…
Loco.—
¡Que va hombre, que va! ¡Tu no haces esto conmigo! Además lo hubieras hecho ya. Bueno, sin cuento, me estás enfadando. ¿No te das cuenta de lo cansado que llego? No tengo nada de dinero. Sabía que me perseguían de cerca y de lejos Al fin, llego al dulce hogar y ella, mi amor, no solo no me abre sus brazos para que repose en ellos.., No me cree, no me recibe, no me trae las zapatillas, no me sirve una buen taza de café calentito. La verdad nunca fuiste tan cruel.
(Se desploma en un sillón, cierra los ojos, se quita los zapatos y descansa) (Regina va perdiendo miedo, le contempla absorta )
Doña Regina.—
Es… Usted… Un… Cínico. ¡Mi esposo murió!
Loco. (Con los ojos cerrados)
¡Lo viste muerto! ¡Ya ¡Te abrieron la caja, para que vieras lo que había dentro! ¡Ya!
Doña Regina.-
¡Se lo llevaron muriendo para hacerle una operación de cerebro, como le había indicado a un buen amigo, cirujano, días antes de morir! Cuando notó que el fin se acercaba.
Loco.—
Si no estuviera tan cansado me reiría de la operación Luego te dijeron que no se pudo hacer nada.
D Regina.-
Perdieron tiempo con el traslado y se hizo muy tarde. Pobre.
Loco.— (Carcajada)
¡Y lo dice como si supiera lo que se dice!
Doña Regina.—
Estoy segura. Más tarde fueron trasladados sus restos al cementerio de…
Loco.—
¡Por favor! ¡El sueño me vence! ¡Déjame descansar! Mañana hablamos! Mis zapatillas encanto, mi bata, una mantita… Si quieres… Puedes llamar a Pepe; a la policía.. Aquí quedo en tus manos amor, descansando. ¡Soy todo tuyo! ¡Haz lo que te parezca oportuno!
(Bosteza. Se pone cómodo y queda dormido.
(Doña Regina da vueltas y vueltas curiosa a su alrededor. El hombre dormido la inspira cierta simpatía. Se refleja en sus ojos. Varias veces se pinta en ellos la decisión de pedir auxilio, pero mirándole se arrepiente. Le contempla sintiéndose atraída. Se sienta un momento y luego sonríe con ternura. Al fin decide echarle la mantita y para esto carnina de puntillas a su alrededor sin dejar de mirarle Después deja en penumbra la habitación. Sale. Pasa un rato. Oímos cerrar con llave la puerta del dormitorio. Loco duerme.

Segundo cuadro.
Loco se despierta. Entra la luz del sol en la habitación. Queda un momento pensativo recordando. Sus ojos recorren la habitaci6n. Sonríe seguro. Va hacia la Biblioteca y, toma en sus manos un libro determinado sin vacilar. Recuerda. Busca un determinado capítulo, unas citas… Toma otro. Sus ojos muy inteligentes demuestran encontrar lo que desean.
Loco.—
¡Lo conseguirá de nuevo!
Coge un legajo de periódicos archivados. Se carcajea suavemente. Abre uno y lee en alta voz:
Loco.—
El Doctor Poyatos, descubridor y primer ensayista con éxito en el mono Gervasio del transplante de cerebros, muere llevándose al parecer la clave de su secreto a la tumba. También han desaparecido los compañeros que investigaron con él. Un grupo de estudiantes de la Universidad estudia la manera de realizar una labor de continuidad que pueda servir de pauta a cuantos desean seguir su camino.
(Loco se oprime el cerebro.)
– Aquí esta el secreto. Lo llevo en mí. ¡Y aquí! (Abraza la pequeña biblioteca) ¡Volverá la idea, volverá como todas las demás ¡Poyatos esta en mij ¡Yo soy Poyatos! ¡Y yo lo conseguir!
( Luego va hacia la mesa de despacho, encuentra un resorte, pulsa un botón. y sale una bandeja que contiene mucho dinero)
Loco.-
¡Lo sabia!.
(Sonríe con seguridad absoluta y guarda en su cartera, cierta cantidad. Vuelve a encajar la bandeja disimulada en el mueble. Después llama a Regina.)
Loco.-
¡Nena! Duermes aún nena? ¡Regina?
Regina.— (Asombrada)
¡Buenos días! ¡Se marcha ya?
Loco.—
¡Estoy en mi casa y tu lo sabes de sobra! ¡Me harías el favor de preparar el baño, el desayuno, mis ropas. ¡No tienes aquí el servicio! ¿Verdad?
Doña Regina.—
¡No tengo apenas servicio! ¡Mi marido no me dejó mucho! ¡Se decía que lo había sacado al extranjero! ¡También que lo tenía oculto para llevar a cabo su obra con fácil generosidad.. .1
Loco.—
¡Me preparas el desayunito y luego hablaremos. ¡La verdad nunca tuve más de lo necesario! Pero… Ya sabes. Lo primero entonces… Era mi obra. Ahora será otra cosa.
Doña Regina.—
¡Que cara más dura! Bueno… ya pasó la noche Le daré el desayunito y se marchará usted enseguida. Subirá la guardesa para arreglar 1as habitaciones, me traerá la niña, y la verdad, no me interesa que le vean. No tengo por qué dar explicaciones. Así que usted verá o le denuncio o se larga y aquí no ha pasado nada.
Loco.—
¡Deliras hermosa!. ¡Tu sabes bien el que soy!
Doña Regina.—
¡Estaría bueno.., Que alguien comentara que un hombre había pasado aquí la noche!.
Loco.—
Hombre no. El amo, tu dueño. Tu maridito!
Doña Regina.—
¡Que absurdo! Bueno… La broma va resultando pesada. ¡Voy a alimentarle y darle ropa! ¡Tengo mucha ropa!
Loco.—
¡Ya! ¡Sácame el traje gris de sport, ese que siempre fue tan cómodo! (Ella le mira asombrada) ¡Por cierto tiene unos documentos importantes en el bolsillo de pecho…! ¡No se habran perdido ¿verdad? ¡No lo habrás mandado a limpiar!
Doña Regina.—
¡Para qué! ¡Aun huele a él! ¡Todo está como él me lo dejó! ¡Yo lo quise así! ¡Me gustaba venir y…!
Loco.—
¡Gracias mi alma! ¡Me emocionas! ¡El bañito! ¡Lo necesito de verdad, créeme!
Doña Regina.- (Piensa un momento)
Esta bien. Voy a seguirle el juego de momento. ¡Tiene gracia la ocurrencia! ¡No deja usted de ser listo…! ¡Un vivo! ¡Un vivales!
Loco.—
¡Mi mujercita! ¡Esta’ guapa, más joven, adorable…!
Doria Regina.-
(Desde dentro suelta una carcajada) (Se oye como corre el agua)
¡El agua va llenando el baño rápidamente. ya está… ¿Tibio como siempre? ¡Jabón…Sales…Talco…!
Loco.—
¿Paso?
Doña Regina.—
¡El baño señor!
Loco.—
¡Gracias amor!
(El sale y ella entra. Organiza la mesa del desayuno mientras habla)
Doña Regina.—
¡Que quiere? ¿Quién es? ¿Que se propone? ¡Por que habla como é1, sabe cosas… Se afirma contundente…! ¡Nada de fantasmas ni aparecidos del otro mundo… Nada de reencarnaciones ni cuentos! ¡Aquí hay algo mas ¡Inexplicable! ¡No se, si a pesar de su guarrez, tiene algo superior! y es… guapo… Cierto que tiene un fuerte parecido a él. ¡La foto! ¡Ya! ¡Por ella me pidió el traje gris…! ¡Un vivo, para dar más impresión de parecido! (Se asusta) ¡Los documentos. ¿Como lo sabia? ¡Por que lo sabia? ¡Era cierto, en el bolsillo del pecho. ¡Hay que ver lo que los buscaron los niños! ¡La escritura de la quinta del roble y los…!
(Y aparece é1 fresco, guapo, limpio y radiante. Ella se queda paralizada de asombro. La atrae de manera visible)
Loco.—
¡Que! ¿Me reconoces ahora?
(Se acerca con seguridad, la besa en la frente y como ella vacile y palidezca, la abraza y la besa en los labios.
¡Soy yo… O no lo soy!
Doña Regina.— (Espantada y tocándose la boca)
¡Vuelvo a tener miedo! ¡Mucho miedo! ¡Por Dios… Por favor…! ¡Hablamos! ¡Ha dicho antes que hablaríamos! ¡Me gustan las situaciones claras! ¡La verdad, la verdad!
Loco.-
¡Desayunemos! ¡No! ¡Ni mermelada ni mantequilla! ¿No te acuerdas?
Doña Regina.— (Más asustada)
Miel, miel. Tortas., miel
Loco.—
¡Pues claro amor mío! ¡Desde siempre!
(Ella tambaleándose le sirve)
Loco.—(Empezando a comer) ¡
Vamos, si tu también. ¡Te necesito frente a mí! ¡Y los niños? ¡Como me he acordado ellos en estos años! ¡Estará preciosa mi Pepitinal ¿Luis?
Doña Regina._
¿Mis… mis hijos?
Loco.— (Rie)
Y los mios. ¡Los hiciste tu sola? (Pausa) Recuerdo cuando nació la niña. ¡Tiramos la casa por la ventana! Venía entonces mi buen amigo Ricardo, con su Rita. Con su Rita la pobre que moría dos meses después. Digo tres, exactamente tres. ¡Que golpe para Ricardo! ¡La adoraba! Seguía tan enamorado corno el primer día!… ¡Y es que ella poseía el encanto del misterio, de ultratumba, de esos seres translúcidos que parece estar llamando la tierra…!
Doña Regina._
¡Rita! ¡Ricardo…! ¡Que nerviosa me estoy poniendo!
Loco.—
¡Toma un poco de tila, nena! . ¡Y que preciosa criatura me trajiste al mundo! ¡Una maravilla! ¡Como llamaba la atención! ¡Rubia y fina como su madre!
Doña Regina._
¡Mi marido le hizo tales confidencias?
Loco.—
¡Si! ¡También me dijo lo que pasó la noche de nuestro matrimonio? ¡Dí? ¡Recuerdas que asustada y emocionada, te caíste de la cama? ¡Recuerdas?
Doria Regina.-
¡Dios mío!
Loco.—
¡Y el viaje de novios por los Alpes? ¡Y nuestro primer agosto juntos en el Brasil! ¡Que noches llenas de estrellas y amor, embrujados por aquel extra perfume y la música incansable de aquel ambiente sensual. Fue entonces cuando me contaste todos tus pequeños e íntimos secretillos. ¡Recuerdas? ¡La historia de tu vida hasta en los más pequeños detalles.. . Con tu primer amor de fondo… ¡Oh…Sufrí! Porque negártelo. Pero era preciso, para que luego nunca, jamás hubiera una sombra entre los dos.
Doña Regina._ (Recordando)
Sí, me costó, sin embargo era preciso!
Loco.—
¡Había mucho amor entonces ya! ¡Nada podía dejar se ser! ¡Tu lo intuiste!
Doña Regina._
Entonces, tu, usted… ¡Tengo miedo! ¡Quien diablos puede ser usted? ¿Como sabe esas cosas?
Loco.-
¡Tu marido! ¡Una y mil veces te lo repetiré!
Doña Regina._(Desfallecida)
¡Él murió. Él tenia quince años más que usted! ¡El… Tenia un mal incurable oculto…!
Loco.—
¡Pero una mente sana, fuerte, inteligente, repleta de conocimientos, llena de secretos científicos importantes que no se podía llevar a la tumba. Y… No lo hizo!
Doña Regina._
¡Y qué… Que hizo, que pudo hacer!
Loco.—
Y algo superior a todo lo demás, un amor, el tuyo y un afán de superar algún fracaso… Bueno, mira, en este momento solo importas tu. Hemos de volver al amor. Lo quiero todo mejor, como fue y como será y como pudo haber sido cuando por culpa de la ciencia no lo pudo ser. Quiero y a eso he venido.., Ser para ti un hombre joven y nuevo que pueda encarnar el amor que un día perdiste por el científico. Toda la ciencia la he de poner a tus pies y sobre ella, el amor. El de siempre y el nuevo. El que pudo ser y no fue.
Doña Regina._
Para eso tengo que saber, comprender…
Loco.—
Te amo. Me gustas. Lo demás… Ya no importa.
Doña Regina._
Los niños…! ¡Eres joven para ser su padre !
Loco.—
¡Mis hijos no verán mi juventud si yo no quiero! ¡Y para conquistarles, dirigirles y darles cien vueltas…!
Doña Regina._
¡Y para mí… dices… yo…t
Loco,-
Soy el que fui. El primero y el último. El joven amor que te faltó y hoy quiere corregir su yerro. Luego… Cuando nos hartemos.., Cuando vuelva a canear mi cabeza… Entonces.
Doña Regina._
¿Entonces…?
Loco.—
Concluiré la obra que dejé empezada. ¡Solamente falta el último experimento y el éxito total! Ahora lo veré todo mas claro, ahora no estoy enfermo. La mente no tendrá que supeditarse al dolor del cuerpo.
Doña Regina._
No. ¡Tu obra no! ¡Olvida tu obra si quieres mi amor!
Loco.- (Sonríe)
¡Ya te tengo! ¡Ya eres mía! (La abraza sin que oponga resistencia, la acaricia, la besa. Ella desfallece En este momento llaman a la puerta. Es la guardesa y la niña
Guardesa.—
¿Podemos pasar Doria Regina?
Doña Regina._
¡Si! ¡Un momentín! Escóndete. Métete en mi cuarto hasta que la mande a paseo.
Doña Regina._
Si. Comprende. Aún tu situación no esté 1egalizada ni clara, Hay que estudiar lo que se puede hacer… Pasa… Pasa… ¡Espera un momento! ¡Voy Regina! ¡Habrá que ir al cementerio aquel, abrir el ataúd…!
Loco.- (Dentro)
El ataúd está vacío. Los huesos del difunto se quemaron con todos los operadores ayudantes y enfermeras Solamente pude salvarme yo. .Alguien abrió la puerta y lanzó la cama de operación donde me encontraba, por el largo pasillo con fuerza hasta llegar al otro extremo de donde fuí recogido y trasladado al manicomio.
(Regina escucha encogida, asustada, intentando comprender…)
— Cuando desperté después de varios días, me encontré viviendo en el joven cuerpo, de un… De un…!
Doña Regina.-
¡De un pobre loco! ¡Dios mio! ¡Eso no lo creerá nadie, nadie…! ¿Quedó constancia de la operación?
Loco._
Nada de eso… Las pavesas disueltas en el aire, se llevaron toda posible evidencia.
(Siguen llamando a la puerta)
— ¡Doña Regina ¡Soy yo, Doña Regina! ¿La sucede algo?
— El grupo que te condujo a la segunda mesa de operación.
—Todos murieron.
— Alguien te cuidaría hasta volverte en si. Habría que cuidarte.
— Los jefes y enfermeras de mi sala se envenenaron unos a otros después.
Doña Regina._
¡Calla! (Sale a abrir la puerta) ¡Pasa… Mira no quiero jaleos de limpieza, he venido a estar sola y descansar! ¡Ah la niñita, que alta y guapa está!
—Por lo menos una ayudita. Hacerla más cómoda su estancia aquí señora.
Doña Regina._
Nada de eso. Solo la simplificación de todo supone descanso. No pienso ensuciar nada. Ahora prefiero bajes al pueblo y me hagas unas compras por si vienen los niños!
Guardesa.—
De acuerdo, pero antes voy a organizar la cocina.
Doña Regina._
No, antes comprar. No se puede cocinar lo no existe.
Guardesa.—
¡Pues es verdad! ¡La dejo la niña por…!
Doña Regina._
¿Por qué?
Guardesa.—
Es que… Mire, andan buscando a un escapado de manicomio que dice ser su marido.
Doña Regina._
¡Que bueno! ¡Que imaginación! ¡Eso es posible!
Guardesa.—
Mi marido lo leyó, pero no se atrevió en poner en guardia. ¡Imagínese usted que viene y la pega el gran susto!
D Regina.—
No lo creas. Esas son tonterías. Yo prefiero que no me dejes a la niña porque pasé la noche en vela y ahora pretendía dormir.
Guardesa.-
¿Por que ¡Miedo?
Doña Regina._
¡Pues no, leyendo…! En fin… Está monísma, ya me la subirás mariana, cuando vengan los niños. Toma dinero. Compra un poco de todo. Sobre todo carne, fiambres..
Guardesa.—
Bueno pues a ello. ¡Vaya temple, si fuera yo…! ¡Hasta luego! ¡Di adiós hijita!
Doria Regina.-
Adiós guapa. (La besa) (Cierra y se cae en el sofá. Sale Loco)
Loco.—
¡No sufras!
Doña Regina._
¡Huyamos! ¡ ir contigo! ¡Van a venir. Van a atraparte. Van a llevarte!
Loco.—
¡Nunca! ¡Tienen que creerme como me has creído tu!
Doña Regina._
A nadie le podemos hacer bueno toda esa sarta de despropósitos e incongruencias.
Loco.—
¡Tengo que continuar! ¡Llevar a cabo una misión! ¡Yo si que soy un ser con mensaje nena! Tu me crees, verdad?
D Regina.—
¡Te creo como creí en él!
Loco.—
¿Y me amas?
Doña Regina._
¡Y te amo! Pero se que te recluirán y te vo1verán loco a la fuerza.
Loco.—
¡Ya no es posible!
D Regina.—
¡Solo hay un camino!
Loco.—
Bajarme al sótano. Abrir la puerta secreta del camarín escondido que guarda la investigación científica de un inspirado…
Doña Regina._
Eso. Y esperar allí las ideas que puedan alumbrar una nueva esperanza. El caso es que no te encuentren, que no te lleven.. ¡Atiende! Viene gente… Los niños…. El guardia. La policía. No hay tiempo. Escóndete tu solo. ¡Tu lo sabes todo! ¡Toma las llaves!
Loco.—
¡Como! ¡No se nada en este momento! ¡Me dejarás solo? ¡Moriré de hambre y de pena?
Doña Regina._
Ven, no sufras ven. Nadie podrá separarte ya de mi.
Loco.—
¡Y si dijéramos la verdad? ¡No seria todo más sencillo?
Doña Regina._
¡El tiempo se la dirá! ¡El tiempo me la dirá también a mi!
(Regina queda nerviosa en el centro de la escena mientras se acercan rumores que buscan a un loco)
FÍN
